Me gusta escribir

Tenemos una novela entre manos. O quizá un relato interesante. O una poesía narrativa. Ya hemos diseñado su estructura, sus personajes, su punto de vista… y estamos escribiendo. Y, muchas veces, pasamos por alto uno de los factores clave en el proceso de escritura: el estilo. La historia y su evolución son importantes, pero también lo es el texto en sí. Entonces… ¿qué tener en cuenta?

Todos hablamos y escribimos. En el imaginario común se dice que el escritor es aquél que tiene un talento innato. Puede ser. Cuando escucho este tipo de afirmaciones, me viene a la mente un antiguo jefe que siempre decía: “El talentoso es aquél que, de manera natural, entiende antes que los demás las reglas del juego. Ahora bien, lo que diferencia un escritor talentoso de un gran escritor es el esfuerzo, el trabajo, las horas dedicadas, la autocrítica”.

Bien, queda claro el punto de vista, ¿no? Cualquiera puede llegar a ser un gran escritor si trabaja. Quizá tardará en entender los entresijos de la escritura, pero  con esfuerzo puede llegar donde quiera. Esto chocará, seguro, con la idea romántica de la escritura que nos han inculcado desde pequeños. El escritor bohemio no es más que una ficción.

Así pues, debemos tener cuidado con nuestro estilo como escritores. Y eso supone buscar una coherencia con uno mismo y no con los estándares. Debemos aprender las reglas del juego mediante, por ejemplo, cursos de escritura. Pero romperlas nos puede ayudar a sorprender si lo hacemos con conocimiento de causa.

¿Usamos muchos adjetivos? ¿Muchos verbos? ¿Nuestra literatura tiene un ritmo ágil o más bien contemplativo? Esto son características que aparecerán de manera innata cuando escribimos. Pero tenemos que tener en cuenta dos cosas:

• No tienen por qué ser buenas decisiones para nuestros textos. Debemos pensar si se adaptan al tipo de historia que tenemos entre manos, si debemos corregirlas o matizarlas. Para ello, es muy importante la corrección, las relecturas de lo escrito con un espíritu crítico, ser capaces de distanciarnos de nuestros textos.
• Deben ser continuas durante toda la novela: el estilo de un escritor, sobre todo si es novel, evoluciona durante el proceso de escritura de una novela. La historia, los personajes, nos traen estructuras gramaticales, palabras, diálogos que crecen y evolucionan a medida que profundizamos en ellos. De nuevo, las revisiones deben servir para coger lo mejor de cada parte de la novela y unificar criterios.

Dice Luis Magrinyà en su magnífico libro Estilo rico, estilo pobre (Debate) que, con toda la buena intención del mundo, nos han contado que la repetición de palabras en un mismo texto es una mala práctica y nos supone un estilo pobre. Bien, eso es cierto en algunos casos, según el autor. Pero en muchos otros puede ser una herramienta que ayude a contar mucho mejor las historias. Por ejemplo, si usamos un narrador en primera persona y nuestro personaje no ha tenido una gran formación académica, quizá la utilización de este elemento puede llevarnos a dibujar mejor al personaje.

Por último, hablaremos de uno de los grandes errores de los escritores noveles: la imitación. Dice François René Chateaubriand: "el escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar". Cierto es. Muchas veces nos perdemos en la voluntad de ser como alguien y no trabajamos algo importantísimo: ser escritores con una voz propia. Y sí, para encontrar nuestra propia voz, hay que leer mucho y aprender de los mejores. Pero no tengamos miedo a ser, a crear, a encontrarnos. Nuestro estilo debe ser el que decidamos.