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Consejos para escritores noveles (II)

Consejos para escritores noveles (II)

No hay mayor tirana literaria que la hoja en blanco. Y, si somos nuevos/as en los mundos de la prosa y la lírica, esa malvada forajida puede vencernos del todo. Por eso, hace dos semanas (ver artículo) iniciamos una serie de artículos con consejos para aquellos escritores que estamos empezando.

Y bien, puede que tengamos mucha experiencia y que, a priori, no nos interese este tipo de artículos. Pero echémosle un vistazo a estas propuestas. Muchas nos sonarán, otras seguro que las usamos, pero nunca se sabe lo que podemos encontrar tras una batería de ideas o procedimientos para escribir sin miedo. Seguimos donde lo dejamos en el anterior artículo:

 

6- Construye tu propio diccionario

Las palabras, su orden, cómo las usamos… forman parte de nuestro estilo. Como escritores, debemos tener un vocabulario suficientemente amplio que enriquezca todo aquello que contamos. Pero, un error común entre los principiantes consiste en tener una falta de preocupación por este tema, realidad que desemboca en repeticiones, pobreza léxica, etc…

Pero no sólo nos referimos a que seamos capaces de dominar un léxico culto o elevado. Depende de nuestro narrador, del punto de vista, de los diálogos… deberemos reflejar realidades que usan palabras y expresiones muy diferentes. Hablará muy diferente un narrador en primera persona que haya nacido en un circo ambulante de otro que se haya criado en una comunidad de pescadores.

¿La solución? Creemos un diccionario para cada historia. Busquemos expresiones, palabras, dejes de las jergas… y, sobretodo, escuchemos. En la calle, en el metro, en la playa, escuchemos a los amigos, conocidos… veamos qué expresiones usan, cómo se expresan… y apuntémoslas. Eso dará vida y verosimilitud a nuestros personajes.

 

7- El final es importante

Tenemos una gran historia. Funciona, engancha y, nos relajamos tanto, que no paramos atención en el final. O nos confiamos en que funciona sin darle vueltas. Mal. Muchas veces, lo primero que nos viene a la cabeza puede ser un lugar común o puede desmejorar una gran obra. Una buena historia es aquella que mantiene la calidad. Entonces, ¿cómo encontrar el gran final?

Fácil. Pensemos muchos. Varios. Exploremos muchas propuestas y sometámoslas a juicio. ¿Y si acaba así? ¿Y si al final muere? ¿O se casa? ¿O descubre que es un alien? Por alocada que parezca, no descartemos ninguna idea sin valorada. A veces, lo genial está en lo diferente.

¿Y si no me decido? La gran pregunta. Recomendamos un sistema. Contemos nuestra historia a diferentes conocidos con un final distinto a cada uno de ellos. Evaluemos su reacción, si les gusta, contemos el resto de finales para que comparen y saquemos conclusiones. Una visión foránea siempre ayuda.

 

 

 

8- Exponte

El gran miedo del “novato” es no gustar. No tengamos miedo. Los grandes textos llegarán pero, para escribirlos, debemos fracasar muchas veces. En la prueba-error nace la mejora. Muchos escritores dan con una fórmula que funciona a principio de sus carreras y, luego, tan sólo la repiten. Los grandes escritores son siempre aquellos que han probado, experimentado, que se han atrevido y, sobretodo, que se han expuesto.

Compartamos nuestro material, escuchemos las críticas, subámoslo a megustaescribir (:P) y expongámoslas. Es la única manera de mejorar, de perder miedo, de ver qué funciona y qué no, de encontrar atajos, senderos, iluminaciones y… de crear oficio.

 

9- Imita a los mejores

A muchos escritores nos encanta imitar a nuestros autores favoritos. Muchos otros tenemos reparos con eso. Lo mejor es no hacerlo nunca en nuestros textos propios. Debemos hallar nuestra voz narrativa. Pero una buena de manera de mejorar consiste en, justamente eso, empezar a caminar imitando el movimiento de los demás. ¿Cómo?

Por ejemplo, con ejercicios como este: leamos una escena de un libro que os encanta, cerrémoslo y reescribámosla de dos maneras. Una, intentando imitar al autor/a. Otra, redactándola a vuestra manera. Hecho esto, comparemos los tres textos y fijémonos en el ritmo, el vocabulario… ¿Qué funciona mejor? ¿Qué se nos da mejor? ¿Nos sentís cómodos con la manera con la que el autor/a ha solucionado la escena o cremos que nos saldría mejor de usando otros recursos? Saquemos nuestras conclusiones y apliquémoslas a nuestros textos.

 

10- Formémonos

Esta última es obvia. Hay mil cursos de narrativa, de escritura, de cuentos, de novela… a veces la teoría es tan necesaria como la práctica. Si os preguntamos sobre conceptos como focalización, diégesis o voces miméticas… ¿os suena a chino? Si es así, formaos.

 

¿Quareís leer la primera parte de este post? Entrad aquí

 

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