Amigo y Destructor

Amigo y Destructor

  • Relatos cortos
  • 2 capítulos

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Alguien que solo pretende indagar en lo potencial mas allá de las convenciones y de los rebuznos de los que se creen sabios. Alguien que...

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Descripción

Pasó por el baño de azules cerámicas, después por donde había rígidos estantes de libros (por lo que se trató de una biblioteca), en ese complejo sitio que era distinto a otros que había recorrido certificando a la autenticidad de los hechos. Ahí no encontraba el rumbo, pero era implícito que no se podía perder, porque con su mirada clínica no claudicaba en integrar a lo que veía dentro de un orden inteligible. Y su voz liberaba una y otra vez a fastidios y quejas por tantas falacias que al amontonarse, le interrumpían los apacibles senderos, y le creaban discontinuidades que los empujaban a introducirse en abismos. Caminaba por ambientes que lo enfrentaban y no permitían que la normalidad volviera a fluir espontáneamente. Tenía la esperanza de ampliar lo que tenía de cerrado ese horizonte concebido en la consternación. Pérez Pardo siempre anduvo por un mundo de intrigas, mimetizaciones, y afanes fabricados, por lo que sabía cómo mantener la lucidez y que en sus ánimos no se multiplicaran las vacilaciones. Su preocupación por reordenar al mundo, había hecho que arrastrara sus pies dentro de esos zigzagueantes pasillos de paredes ocres, y con el fingimiento de que como ya no le importaba nada, no ofrecería a nadie atisbos de simpatía. Emitía juicios imparciales, con su estilo franco y directo, apelando a razones que nunca entremezclaría con rarezas. Habían sido conformadas muchas ruindades para robarle su rol y emparentarlo con la nada. Razonó que no debía haber una relación especial entre él y ese edificio decorado con toques lúgubres, impersonales, que provocaban en cualquiera algo de desazón. Penetraba como un menesteroso en un recinto en el que inquiriría a los que en este se encontraban acerca de una enorme cantidad de retrasos. Conjeturó que era viernes y que el día estaría menguando, aunque no supo cuál era la hora precisa. También se esperanzó en que todo el empeño que los demás ponían en ignorarlo, se iría empequeñeciendo. Se aseguró que pondría fin a las asperezas de quienes no creyeron más en él, y se contorneaban por ese lugar como si fueran todopoderosos mientras por dentro estaban llagados con angustias. Estos eran los suyos, que por algún raro disgusto ya no se le acercaban (a pesar de que les había dado una dilatada ayuda), y como justificación elaboraban frases confusas que le sembraban cientos de desconciertos. Cuento,29 páginas..

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