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Cómo se escribe un cuento (I)

Cómo se escribe un cuento (I)

Estamos inmersos en nuestro #cuentiembre y muchos estamos participando. Por ello, vamos a dedicar algunas entradas del blog a los relatos, a los cuentos. Sí, para que no nos suceda eso de “ser escritores con mucho cuento y poco que contar”… daremos cuatro directrices sobre cómo escribir un cuento. ¿Preparados?

 

¿Qué es un cuento?

Gran pregunta. Dice Julio Cortázar en Clases de Literatura (Alfaguara): “la narrativa del cuento, tal como se lo imaginó en otros tiempos y tal y como lo leemos y lo escribimos en la actualidad, es tan antigua como la humanidad”. Luego los cuentos, los relatos cortos, son inherentes en el ser humano y en el inicio del habla. Yuval Noah, en De animales a dioses (Debate), nos dice que una de las características que contribuyeron a que el Homo Sapiens destacara por encima del resto de homínidos era precisamente eso, la capacidad de crear ficciones. Y es que, éstas,  muchas veces eran simples historias y muchas otras servían para explicar lo que sucede en el mundo.

Por ello, podemos decir que un cuento es una narración corta, sin más. Existen muchas clasificaciones sobre los tamaños del mismo: desde una narración que ocupa solo una frase (microcuento) hasta aquellas historias que no llegan a ser novelas cortas. Siguiendo con el libro de Cortázar, nos gusta mucho una distinción que hace entre los cuentos y las novelas: “La novela es lo que Umberto Eco llama la “obra abierta”: es realmente un juego abierto que deja entrar todo […] El cuento es todo lo contrario: un orden cerrado. Para que nos deje la sensación de haber leído un cuento que va a quedar en nuestra memoria, que valía la pena leer, ese cuento será siempre uno que se cierra sobre sí mismo de una manera fatal”.

Para terminar, nos gustaría compartir la definición que Héctor García Quintana hace del cuento en su manual (más que recomendable) Cómo se escribe una novela: “El cuento es, como tendencia, una narración breve y sintética donde el espacio y el tiempo son mucho más reducidos que en la novela; tiene pocos personajes, su temática es generalmente monolítica y singular, la intensidad de su ritmo es alta y los finales, por regla general, imprevistos e impactantes”. Estas líneas podrían bien definir las reglas generales del relato pero, ya se sabe, toda regla, y más en la literatura, existe para romperla.

Cómo escribir un cuento

 

¿Cómo se escribe un cuento?

Veamos, existen (al menos) dos sistemas para empezar a escribir un cuento:

  • El clásico y bucólico: sentarse a escribir, enfrentarse a la hoja en blanco y dejarse llevar. Pueden salir grandes relatos o pueden aparecer muchos que acabarán en la basura. No es un mal sistema si lo hacemos, por ejemplo, a diario. Si de cada 3 cuentos que escribimos, uno lo podemos compartir con orgullo, nuestra productividad será buena. Y si de todos ellos, uno de cada 5 o 10 es brillante, en poco tiempo podremos armar un libro de relatos. Ahora bien, muchas veces no encontramos ideas, acabamos repitiendo conceptos, estructuras, tipos de personajes… Dejar nuestra escritura a la inspiración tiene sus riesgos.
  • El que realmente da sus frutos: podemos empezar por la base. ¿Cómo? Pensando, antes de escribir una idea. Y, esa idea, tendrá dos vertientes: por un lado, el concepto o sentimiento que queremos transmitir. ¿Qué quiero contar con ese cuento? ¿Quiero criticar la caza de las ballenas en Japón? ¿Quiero transmitir desamor? ¿Quiero relatar los horrores del maltrato? Estos conceptos serán el trasfondo del cuento. Estarán en sus entrañas y, si es un buen cuento, no será evidente en el mismo. Las ideas subyacentes en los cuentos deben estar camufladas en el mismo. Y, luego, la segunda parte de la idea: la concreción de la misma. La historia, ¿Qué sucede en mi cuento? Por ejemplo, para transmitir la defensa de la vida de las ballenas, podemos: escribir un cuento desde el punto de vista del pescador. O de un pez menor que se da cuenta de la ausencia de las ballenas. O el cuento puede narrar el baño, en la bañera de su casa, de un niño que juega con sus juguetes de goma mientras relatamos como maltrata a su ballenita de juguete. O incluso el punto de vista que un turista que ama las ballenas y entra a un restaurante japonés en el que le sirven la mejor sopa de su vida. Cuando descubre que es de ballena, se vuelve loco. Fijémonos en que, muchas de estas flojas propuestas se mueven en lo obvio y otras salen del contexto de la idea (el mundo real de las ballenas) para trasmitirnos la idea desde un punto de vista más lejano pero que puede sorprender con más fuerza al lector.

 

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