Descripción
Tras dos fuertes y secas embestidas con mis caderas y unos gemidos de esforzado placer, terminé de correrme dentro de aquella mujer con la que compartía poco más que una cama y mi vida.
Había sido un gran polvo, o por lo menos así me había parecido a mí, hasta que su rostro apareció nítido sobre la cara de la mujer con la que compartía el lecho.
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