Descripción
Le incomodaban las ventanas y balcones abiertos en la distancia como miles de ojos ciegos. Cientos de construcciones mudas. Le daban vértigo las señales de estop y los destellos azules de los controles policiales en las carreteras. Vivir haciendo cola, la dirección asistida y el olor a plástico. Le desconcertaban los cruces de miradas, los sentidos dobles y el guiño lascivo de los carteles luminosos de los clubes de carretera. Le acongojaban el ritmo frenético del tráfico y el ruido de las bocinas, el seguro obligatorio, los días de la semana y hasta la cuchilla de afeitar. Le enervaban los que creían saber todo y los que atropellaban a cualquiera para alcanzar el éxito. Le agotaba tanto tráfico, y tantas preguntas. En el balcón, parado frente al mundo soñando que por un momento éste se detenía con él para poder observarlo por primera vez así, los dos cara a cara impasibles al tiempo, congelados en un instante.
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