Descripción
El libro “La Aventura que soñamos” es una recopilación de memorias de un viaje por varios países del mundo que duró poco más de un año, en donde una familia de clase media conformada por papa, mama y tres niños de 10, 7 y 6 años deciden salir de su zona de confort, rompiendo paradigmas sociales y culturales, para hacer un cambio de estilo de vida. La Historia es contada por la mamá, Claudia, quien relata no sólo el intercambio cultural y describe los lugares visitados, sino las etapas emocionales, aportando un contenido real y humano, dándole color, forma y latido a cada protagonista de esta familia, según su óptica de mujer, madre y esposa.
José Enrique, un abogado con carrera corporativa exitosa en trasnacionales renuncia a su trabajo estable ante la mirada incrédula y escrupulosa de sus colegas; -“Está loco”- decían por los pasillos. Claudia estaba asombrada con esta faceta aventurera de su esposo que hasta el momento había sido tan conservador. Para Claudia una de las cosas más difíciles fue ir al colegio de los niños y decir que ya no iban a estudiar el próximo año escolar, porque ahora los niños iban a aprender del mundo, lo cual le produjo una sensación semejante a la de saltar a un abismo negro.
Pero, ¿Qué les hizo tomar esta decisión tan alocada?
Un panorama de crisis económica y política en su país de origen Venezuela, aunado a la muerte de un familiar muy cercano, hacen el caldo de cultivo perfecto para un sacudón, algo que les hizo poner las prioridades de su vida en orden. Anhelaban poder brindar a sus hijos una vida más auténtica y simple, y dadas las condiciones decidieron no esperar más. Este sueño era algo que venían gestando con su descontento hacia una sociedad cada vez más consumista, vanidosa e interesada, carente de valores fundamentales, que los llevó más tarde a un cambio total de pensamiento y estilo de vida.
Era hora de planificar, vender todo, armar una estrategia para que los terceros no arruinaran el viaje, darle forma a esa masa de algodón de sueños, y comenzar a convertirlos en realidad. Una maleta para cada uno, para todo el año con cuatro estaciones incluidas. El cómo empacar guantes con trajes de baño, o abrigos con sandalias, representaron un gran reto y una lección de cómo se puede vivir con menos cosas y ser muy felices.
El desapego de la patria para una vida nómada sin norte definido puede ser una idea aterradora, donde los niños fueron los mejores maestros de la adaptación.
La aventura no se hizo esperar, y los percances tampoco, pero esta familia los logra sortear con mucho amor y voluntad. Uno tras otro, cada bache fue moldeando a esta familia en resiliencia, al soportar largas horas de caminata, o trayectos en bus, o en carro; al perder el rumbo y encontrarse solos en medio de un viñedo oscuro a las 9 de la noche sin celular, sin GPS, sin saber si iban a encontrar posada, con tres niños que no entendían que estaba pasando.
Durante todo el viaje, la lección repetida fue la de la fe. En cada paso, al dudar Dios les demostraba que allí estaba con ellos. La mayor prueba de su presencia fue el momento cuando lograron sostener una conversación con el Papa Francisco. Este no fue un hecho fortuito, sino una lección de fe y perseverancia que José Enrique les dio a sus hijos y esposa.
La excitante novedad de cada sitio que iban conociendo les daba un soplo refrescante a sus almas, pero con cada nueva parada, el cuerpo resentía el no tener descanso. Poco a poco la velocidad del viaje fue reduciendo, las estancias fueron cada vez más largas, y estos viajeros se fueron dando cuenta que pronto las maletas se iban a romper, y los viajes iban a terminar, por un tiempo.
Las memorias de este viaje terminan en Miami, con un hasta pronto, con un viaje inconcluso, ya que la familia no puede regresar a su tierra natal, pero con un cambio de vida que al fin y al cabo era lo que tanto estaban buscando.
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