Descripción
Cada vez que venía la neblina, traía con ella ese momento. El del frío, el del silencio, el de la lectura, el de los abrazos, el de la familia reunida sin más excusa que querer estar cerca el uno del otro.
Olía tierra húmeda y a roca de monte mojadas durante el ocaso. Con mi hermana compartíamos una cobija dándole la bienvenida a la noche. La perilla de la puerta se abría mientras escuchábamos a mi papá alegando porque nos cobraban la factura completa de luz a pesar de todos los cortes mensuales, mientras que mi madre le respondía preguntando si quería una aguae’panela con queso para cenar.
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