Descripción
Me llamó Oscar Sylveira, y Perico Clasata me había designado para una importantísima función dentro de la Iglesia que escalaba a lo universal, y cuyo nirvana era ni más ni menos que la música, que conducía a los hombres hacia los jardines íntimos del planeta, con el superior designio de relacionarlos con sus fragancias llenas de dulzura.
Entendíamos tal cosa como irreversible, y a esa definición la empleábamos con el más amplio criterio; estábamos felices por no disponer de ejércitos ni de sistemas jurídicos que reprodujeran en forma semántica a los cañoneos pasmosos.
Aplicábamos al método más antiguo y moderno para hallar al goce, es decir: la música, que con sus entrañables acordes nos organizaba la vida, a la par de equilibrar nuestros espíritus con comedidas rondas de exaltaciones y deleites.
No apelábamos a cualquier música, sino a la compuesta por los cuatro fantásticos de Liverpool: los Beatles, aquellos que rompieron los moldes consuetudinarios, y con sus misericordiosas melodías (ustedes lo saben) hicieron temblar a la Antigua Civilización.
Relato, 33 páginas..
P.Vanrretea (Annisa) - martes, 11 de septiembre de 2018
Excelente relato Daniel. Como siempre!
RE:
daniel bernardo grimberg - viernes, 28 de septiembre de 2018
¡Muchísimas gracias Annisa1