El Romano

El Romano

  • Relatos cortos
  • 2 capítulos

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Alguien que solo pretende indagar en lo potencial mas allá de las convenciones y de los rebuznos de los que se creen sabios. Alguien que...

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Descripción

El Romano vio que las maderas llenas de hendiduras eran tan sólidas como una roca; esas construcciones servían para sembrar al asombro de los últimos tiempos, y reparar que no había bondad en Roma y ni siquiera atisbos de piedad, y que no haría variaciones en el uso de la violencia como el universal método de corrección, ya que las mansas y pacíficas tibiezas de pretendidos consensos, instaban al error. Frente a Numicius Marcus Donato, el Romano denunció que predominarían las mentiran si se retractaba de las ortodoxias guerreras. - “Roma nunca fue débil, por eso ocupa Judea, y sus ejércitos acampan en las partes altas de las colinas que controlan los caminos. Y si bien ofrece elaborados tratados de paz, estos en verdad son convenciones baladíes, puesto que la ley y el buen juicio resultan siempre de la mera voluntad de los romanos”, le dijo al escriba que se sentía especialmente afortunado por franquear a ese ilustre personaje. Había que cumplir sus requisitos sin rechazos, ya que sus amonestaciones eran la deducción que hacía de la sabiduría ancestral, aunque en esa tierra se concentraban detractores y enemigos furibundos, que se valían de vilezas, manías, y desprecios, que chocaban de frente con las maravillosas revelaciones imperiales. El hombre que le hablaba, bien sabía que la candidez y el fraude iban de la mano. ¡Cómo Romano, nunca había dictado Sentencias que no fueran pertinentes, o qué no se remontaran a la raíz de los pleitos! La cuestión era llevar a puerto sus sabios propósitos. Cuento,,18 páginas.

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