Descripción
Es deplorable como condije a la peor injuria. De aquello derivaba la idea de que todo debía seguir igual, aunque camináramos hacia la intensidad del vacío durante la repetición de las horas. Pero a esta altura a de mi vida, me arrepiento de esa posición que resultó en una inutilidad insaciable. De acuerdo a la falaz revelación de mi padre, lo sagrado era acallar a lo odioso, aferrarse al definitivo desconocimiento del otro, y conformarse con la hipocresía habitual.
Pero vivir es gritar a los cuatro vientos que se está vivo, como si fuera eterno ese fervor. Es tal la belleza de alcanzar una ascendente comunión con el universo, que no hay injusticia mayor que ignorar que ésta (la injusticia) existe. Y no basta con sentir los latidos del pecho y las mordidas que el hambre hace en las entrañas, hay que denunciar los prejuicios a los cuatro vientos y crear un diálogo (más allá de que nos mudemos del sitio de nuestras observaciones, o veamos al mundo a través de una ventana).
Cuando las veneraciones a mi padre terminaron, me sensibilicé, y vi a lo deshonroso antes que las cosas se volvieran gradualmente oscuras a mi alrededor.
Relato,15 páginas.
Joel Lozada - jueves, 24 de diciembre de 2020
Te voy a contar algo, amigo Bernardo. Estaba mirando un programa argentino de hace unas décadas: Los simuladores. Y estaba pensando en tu país y en lo adictivos que son lo mismo estos programas, o las películas clásicas y sus alfajores. Debo añadir también tus relatos. Entré a echar un vistazo y no puedo dejar de leer. Un abrazo y feliz Navidad, amigo.
RE:
daniel bernardo grimberg - domingo, 3 de octubre de 2021
¡Gracias Joel!