Félix

Félix Acosta Fitipaldi

, Uruguay

¡Hola! Llevo esperándote algún tiempo. ¿Sabías? No, claro. Aunque hoy estamos más comunicados que nunca recién te enteras y es lógico, el barullo es grande y somos muchos hablando al mismo tiempo. En realidad, y si tienes un par de minutos, quisiera decirte cómo empezó todo. Estaba en el jardín de casa un atardecer, hace muchas páginas. Acababa de leer un buen libro y mecía mis sueños con los ojos en las estrellas. Así te aguardaba, reposando laxamente sobre una silla de viruta de lápiz y los pies apoyados sobre el brocal abierto de un frasco de tinta. Cuando eso ocurre mi imaginación, en alguna de sus fugas habituales, deambula por el universo y distraída observa sucesos que quizás estén ocurriendo en algún mundo distante. Casi que se sentía caer la noche -tan grande era el silencio- cuando un leve aleteo me hizo comprender que un relato me acechaba oculto entre las sombras. Agucé la vista procurando atravesar el tupido follaje de los innumerables manuscritos que llevaba leídos para identificar su género, pero robó mi atención un tierno poema que no cesaba de volar rodeando la lámpara del porche. Desde lejos la brisa traía aroma de novelas y las estrellas escribían en código Morse ininteligibles cartas de amor incandescente. Nubes de papel se acercaban perezosamente, deslizando títulos inéditos de grandiosas epopeyas. Próximos a mí, pétalos delicados y espina punzantes susurraban a su modo la partitura del viento y el discurso de la eternidad. Sobre el oscuro horizonte fugaces relámpagos jugaban con ensayos de terribles tempestades y bélicas frases estruendosas. Entonces comencé la recolección de palabras y párrafos. Era divertido hacerlo y con entusiasmo atiborré un estante con poemas en formaldehído, luego cubrí las paredes de mi sala con cientos de relatos disecados donde, a veces, descubro alguna novela con mi imagen. En forma constante intuyo nuevos textos aguardando su tiempo y espacio para venir al mundo, tan llenos de incertidumbre que hasta temo abrirles mis sentidos o adoptarlos y quedarme sin fuerzas a mitad de camino. Ansioso como soy quisiera continuar mi coleccionismo y por falta de espacio he de ir lanzando al mundo mis hijos dilectos. Me ha nacido la certeza de que conmigo ya han cumplido y he de librarlos a su suerte. ¿Te gustaría llevar algunos? Pues aquí los estoy dejando, como migas de pan a ser seguidas. Pasa y ve tras ellos, eres bienvenido. Donaciones PayPal: felacos@gmail.com

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